El escritor marroquí Tahar Ben Jelloun
ha topado a veces con esta pregunta: “¿Para qué escribir en un continente de
analfabetos?” Y él contesta que precisamente se ha de escribir, y con más
exigencia, para ellos. “Ese pueblo merece que se escriba para él lo más grande
y bello que nuestro imaginario lleva dentro”.
Y se plantea así su responsabilidad: “Nosotros, que hemos tenido la
suerte de ir a la escuela y a la universidad, y el privilegio de librarnos de
la crueldad del analfabetismo, nos sentimos responsables, y debemos producir
una literatura que esté a la altura de la expectativas y los deseos de las
poblaciones a las que les gusta que les cuenten historias, les gusta soñar con
las palabras y las imágenes que nosotros les forjamos, y no según un modelo
único, sino según nuestra imaginación alimentada por sus existencias, su
condición y sus esperanzas. En realidad, entre esas poblaciones es donde
encontramos nuestras historias, y nuestra función consiste en intentar que
afloren a la superficie, extraerlas de la
noche, ponerlas en palabras y darles forma. ¡Qué más da que nuestros
libros no estén en sus mesillas de noche, ni en sus bolsos o maletas! (…) Basta
con que sepan que lejos de ellas unos poetas, unos dramaturgos, unos
novelistas, unos historiadores escriben desde su dolor y sus problemas.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario