miércoles, 22 de agosto de 2018

CAPERUCITA EN NUEVA YORK: RENACIMIENTO DE UN PERSOANJE


Carmen Martín Gaite pasó varias temporadas en Estados Unidos dando clase. Por aquellos días estaba en Nueva York. Como todos los humanos, vivía entre dos mundos, el que tenía delante, la gran ciudad cosmopolita que, en buena parte, suponía una novedad, y el mundo que habitaba en su memoria, su mundo, cercano y atesorado durante años de vida y de lecturas.
Tal vez andaba buscando un personaje para darle vida en una nueva narración. O no. Quizás se lo encontró saliendo del Metro o caminando por Manhattan y le impuso el deber de contar su peripecia. Era una niña. Le pareció que la conocía.
Rebuscó en su memoria. Le suscitaba sensaciones que ya había vivido. Trató de situarla en lugares por donde había pasado, en casas donde había estado. Por fin creyó recordar haberla visto en algún libro. El mundo de los libros es tan real como el otro cuando ya ha caído en el pozo de la memoria. Aún no sabía en cuál. A menudo recordar las ilustraciones le llevaba al libro y a los personajes que buscaba.
Le puso una capa y una capucha roja. Alguna oscura razón le llevó a tomar esa decisión. De repente la reconoció: «Sin duda es Caperucita Roja».
Tal vez habían pasado ente sus ojos muchas Caperucitas durante esas semanas que llevaba en Nueva York pero solo esa vez fue consciente de que era ella. “Miramos una realidad cualquiera –un grupo da árboles, una sombra que invade un cuarto al anochecer, un montón de piedras al lado del camino-, miramos sin fijarnos, hasta que lentamente aquello que vemos se revela como lo nunca visto y, simultáneamente como lo siempre visto…” Esta observación de Octavio Paz puede servir para explicar lo que le ocurre a Carmen Martín Gaite. Aquella niña atisbada en el Metro y a la que ha prestado especial atención corresponde a aquella otra que lleva en su memoria desde sus primeras lecturas infantiles. Es un personaje de un cuento que le despertó curiosidad y sensaciones especiales, sencillo para que lo pudiera entender una niña pero, al mismo tiempo, tan misterioso que aun ahora que ya es mayor y escribe libros le resulta enigmático  y lleno de interés.  
Aquí arranca la historia. Carmen Martín Gaite querrá saber cuál ya podido ser la vida de esta Caperucita Roja que vive en Nueva York, un lugar extraño para un personaje de cuento.
En literatura ocurren cosas imposibles. Un personaje, una ingenua niña, que vivió en un tiempo mítico, fuera del tiempo cronometrado, que fue a visitar a su abuela atravesando un misterioso bosque y fue acosada durante su viaje por un lobo, ese animal provocador de todos los  miedos ancestrales, resulta que revive en las calles de la ciudad más emblemática de la modernidad, Nueva York.
Ese es un hecho de primer orden que excita la mente de la narradora. Se le impone.  Su presencia es una oportunidad y una orden. Carmen Martín Gaite tendrá que seguir sus vicisitudes y contar esa historia. No puede dejar de hacerlo. Y gracias que lo hizo, porque hoy podemos leer la fascinante historia de una Caperucita que vino al mundo moderno y paseó por la calles de Nueva York.