En la tertulia de libros de ensayo acabamos
de leer el libro de Francisco Mora Neuroeducación.
Solo se puede aprender aquello que se ama (Alianza Editorial). Mientras
leía –se suele leer ensayo con la vista puesta en algo-, aplicaba sus
reflexiones a la lectura, tema sobre el que pienso a menudo, y me iba preguntando
cómo influye esta en la construcción de la propia mente.
«Aprender algo nuevo significa, en
términos neurobiológicos –afirma el profesor Mora-, cambiar el cerebro.» El
lector es, por tanto, el que opta por una actividad que tiende a modificar su
cerebro. Por eso “conocer mejor las funciones del cerebro, desde cómo procesa la información sensorial y
ejecuta los actos motores, pasando por las funciones cognitivas, emoción,
atención, (...) y los mecanismos neuronales del mismo aprendizaje y la memoria
es importante si se quiere avanzar en el proceso de cómo mejorar el
aprendizaje”.
Los neurocientíficos, que ya lo van
conociendo bastante bien, afirman que la memoria no es un espacio del cerebro
donde se van almacenando lo que uno va conociendo y a lo que puede recurrir
como si de una despensa de conocimientos se tratara. Más bien la conciben como
redes de conexiones que quien las frecuenta a menudo puede recorrer con
facilidad. Es como quien, al intentar recorrer un bosque en el que no hay
sendas previamente trazadas, es capaz de orientarse en él sin demasiados titubeos.
Pues bien, la lectura frecuente mantiene
las conexiones neuronales activas. Y no solo eso, sino que quien lee va creando
en su interior unas conexiones que permiten acoger ordenadamente nuevos
conocimientos. Conocer, al fin y al cabo, es distinguir y clasificar, o sea, discernir
y verbalizar cualquier nuevo objeto que atraiga la atención de la atención de
la mente.
Haciendo un símil con el body building tan de moda, la lectura
construye el cerebro de manera que pueda alojar una mente más poderosa y más
aguda. Cuanto antes se comience ese ejercicio y más a menudo se haga más
poderosa será la mente. El cómo ocurre eso aún está por estudiar.
Pero naturalmente un ejercicio
continuado requiere renovar la curiosidad y a través de ella mantener la
motivación para seguir conociendo. “La curiosidad es el mecanismo cerebral
capaz de captar lo diferente en la monotonía diaria del entorno.” Ahora bien,
ese mecanismo se mantiene activo mientras el ejecutarlo resulte placentero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario