jueves, 20 de noviembre de 2014

LA LECTURA, PRÁCTICA INICIÁTICA

Los textos literarios han acumulado valiosísima experiencia social que merece ser preservada y trasmitida. Cada vez que se lee un texto que la contenga esa experiencia naturalmente se trasmite. En la historia hay muchos ejemplos de esto. El poeta ruso Ossip Mandelstam muere en un campo de concentración de Siberia en tiempos de Stalin. En sus últimos días se consuela leyendo a Virgilio a sus compañeros de trágico exilio. En el Che Guevara esta es una pretensión buscada conscientemente. Procedente de una familia burguesa, se esfuerza por convertirse en un sujeto revolucionario, pero previamente busca un nuevo sujeto. Los trazos de personalidad que trata de poseer los busca en los libros. La lectura siempre le acompaña en esa metamorfosis. Incluso la anima. Estando en Sierra Maestra sometido a ataques de asma reclama un inhalador y un libro. Los dos sirven para lo mismo, para reanimar el cuerpo o el espíritu. Lo que el lector descubre en los libros son modelos para su iniciación. O sea, la lectura es una práctica iniciática.

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