Nutrirse solo de actualidad, básicamente a través de las
pantallas, es condenarse a permanecer en ese espacio entre las dos ignorancias
-la ignorancia rudimentaria, que precede a la ciencia, y esa ignorancia del sabio,
que esforzándose por conocer, sabe que no sabe casi nada-. Esta situación es la
más peligrosa, según Montaigne, porque los que se mueven es ese espacio suelen
tener la presunción de estar bien informados.
Vivir solo pendiente de la actualidad conduce al vacío o al
pensamiento único.
El filósofo Josep M.
Esquirol escribe en La resistencia
íntima, el libro por el que le han concedido este año el Premio Ciudad de
Barcelona de Ensayo y Humanidades: “Una
doble vía para no «superar» la cotidianidad: hundirse en ella o evadirse de
ella.”
Pero ¿por qué habría que superar la cotidianidad?
Sencillamente, para no sucumbir como persona en un momento en que la forma
dominante de vivir es estar colgado de la actualidad o evadirse de ella
cultivando cualquier afición.
¿Cómo reaccionar ante esa “actualidad” inhóspita?
La manera de sobrevivir a la presión de la actualidad, de
lo que se lleva, es volver a casa. Es la propuesta de Esquirol. Esto no tiene
nada que ver con retirarse de la vida colectiva. Al contrario, es la forma de
fortalecerse para volver a ella de forma más vigorosa. La casa es la metáfora
de la interioridad, ese espacio protegido, íntimo, que nos permite el diálogo
con nosotros mismos.
Pero ese diálogo o sea alimenta bien o es muy pobre. Algunas
personas lo alimentamos compartiendo lecturas de libros de ensayo que reflexionan
sobre los problemas en que estamos inmersos o nos señalan rutas a seguir para
no enredarnos en este laberinto que son las chácharas en que se han convertido
las tertulias televisivas o radiofónicas.
“La resistencia al imperio de la actualidad viene de la
memoria y de la imaginación”, afirma el profesor Esquirol. Y eso es lo que encontramos
en los libros. Precisamente el gran valor del libro, según Borges, es que
conserva la memoria del pasado e imagina diferentes futuros.
Leer libros de reflexión es la única manera de defenderse
de la dispersión. Los medios de comunicación, obligados a lo inmediato para
despertar cada día el interés, no pueden tomar la distancia necesaria para
pensar con total rigor. Ellos mismos son parte del torbellino en que estamos
inmersos.
Nuestra experiencia como lectores de ensayo comenzó hace ya
seis años. Nos encontrábamos en una librería que tuvo que cerrar –signo de los
tiempos que corren- y actualmente lo seguimos haciendo en una biblioteca con
una perioricidad de mes y medio aproximadamente.
Precisamente, el libro que estamos leyendo en este momento,
La resistencia íntima, es el que me da
ocasión a esta reflexión.
Los que seguimos esta tertulia de libros de ensayo somos personas
con intereses intelectuales muy diferentes, pero compartimos la afición a la
lectura y la convicción de que hay que mirar la actualidad a cierta distancia
para comprenderla mejor. Nos ayudan a reflexionar libros de filosofía,
sociología, psicología, ciencia, etc… de algunos de los más lúcidos pensadores
actuales. En este tiempo hemos comentado más de cincuenta libros de pensamiento
No es extraño el florecimiento de los clubes de lectura,
tanto de narrativa como de pensamiento, porque leer y compartir reflexiones sobre
lo que se lee no una moda sino una necesidad en un mundo arrastrado por la
inmediatez propiciada por las nuevas tecnologías.